Hacerse Cargo

«¡Dios mio! Por favor perdóname
si mi oración es ofensiva:
Siempre queremos llegar más lejos,
hasta el final de nuestras vidas.
Mi esposa, con mi hijo Aignan,
ha viajado hasta Narbona;
¡Mi ahijado fue a Perpiñán,
y yo no he visto Carcasona!»
Traducción libre de un fragmento del poema Carcasona,
de Gustave Nadaud

Como te mencionaba en la carta anterior, en nuestro reciente viaje tuvimos varios imprevistos (Vicisitudes, podría decirse) que se presentaron por el camino a lo largo del viaje; y aunque la mayoría de ellos pasarán a nuestra mitología familiar como una serie de anécdotas que, afortunadamente, se solucionaron de la mejor manera, sin daño alguno para ninguna de las partes involucradas, eso no quiere decir que en su momento no hayan generado preocupación y hasta angustia, al ver que las cosas no salían como queríamos.

O, peor, que estábamos completamente perdidos.

En efecto, el hecho de que todas situaciones se hayan podido resolver finalmente dependió al final de que pudiéramos tomarnos un momento, pensar bajo presión, y tomar decisiones rápidas en pro de todas las personas involucradas, asumiendo en cada caso los riesgos que dichas decisiones conllevaban.

Y, por supuesto, en ocasiones la decisión tomada no fue la mejor: Claramente, devolvernos al hotel en Lourdes fue irnos en sentido contrario, pero pudimos corregir en su momento; Irme a la torre eiffel en medio de la noche tampoco fue la mejor idea, pero era lo mejor que podía haber hecho con la información que tenía en ese momento; buscar un hotel en Montalban nos permitió descansar y superar una situación que en su momento parecía desesperada, si bien implicó el renunciar a conocer la ciudad a la que nos habíamos propuesto llegar.

La bella Carcasona

Hablaba de eso con Tomás, durante el camino de regreso a Madrid, cuando le asignamos el cargo de navegante y le dimos la potestad de guiarnos en la ruta de vuelta. Cuando él, en una glorieta, no estaba seguro de cuál era la salida y se comenzó a estresar por la presión de hacerlo bien, le dije que se calmara; que yo no tenía problema en darle dos o más vueltas a la glorieta, o en devolverme si tomábamos el camino equivocado. Que se calmara, lo pensara y me indicara cuál salida tomar; y al final, lo hizo bien.

Le dije que, al igual que nos pasó a tu mamá y a mí en este viaje, en algún momento de su vida él sería la persona que estaría a cargo, y dependería de él tomar las decisiones -buenas, malas, correctas o equivocadas -, y que lo importante era poderse detener un momento a pensar, tomar una decisión con la información a su disposición, y asumir los riesgos y las consecuencias de hacerlo.

Y, simplemente, arrancar

Y lo mismo que le dije a él probablemente aplicará para tí: Algún día probablemente dependerá de tí el que una situación de la vida se resuelva de forma correcta o no, y quizás también otras personas dependerán de la decisión que tú tomes en este momento. Y cuando el momento llegue, quiero que estés en capacidad de detenerte, pensar en tus opciones con la información que tengas, y tomar una decisión. Probablemente no será fácil (Te puedo asegurar que para mí no lo fue), pero necesariamente tendrás que hacerlo.

Por supuesto, cuento con que si ese momento llega, podrás sobrellevarlo de la mejor manera, como me lo demostraste siendo quien nos guió cuando nos perdimos en un transbordo del metro de París: Indudablemente, eres un joven que se mantiene alerta y atento a todo lo que sucede a tu alrededor, no tienes problema en tratar de comunicarte con las personas a tu alrededor, y tienes una memoria increíble que te permite recordar fácilmente los detalles más relevantes para la situación.

Cualidades que probablemente heredaste de tu nona Rita

También sueles tener una muy buena actitud ante una situación, eres un líder nato y, como me lo demostraste después de tu accidente en los Campos Elíseos, puedes seguir avanzando incluso cuando no estás en las mejores condiciones (De hecho, debo reconocer que, a pesar de estar todo raspado, ése día lo hiciste como todo un campeón).

Y creo que esos son los componentes principales para poder hacerse cargo y tomar decisiones críticas en el momento adecuado: Primero, en lo posible tener toda la información que se pueda, para tomar mejores decisiones; Segundo, poder actuar bajo presión; Tercero, poder tomar un respiro y evaluar tus opciones; y Cuarto, tener la seguridad y la confianza para trazar un curso de acción.

Y para hacer que todos te sigan, o al menos respeten tu decisión.

Por supuesto, también es importante tener la sabiduría para saber cuando necesitas ayuda, poder controlar tu ego lo suficiente como para pedirla, y tener la capacidad de hacerlo, incluso cuando hay barreras de comunicación, como lo fue en nuestro caso; pero creo que todos sabemos que de no haber sido por Anna, la joven que encontramos a la mitad de nuestra odisea, probablemente no habríamos llegado jamás al hotel de Montalbán.

Y bueno, a todos nos llega ese momento en que no sabemos que hacer, en que la situación es incierta y en que tenemos que hacernos cargo. Espero, hijo, que cuando ese momento te llegue, estés en la capacidad de lograrlo, de la mejor forma posible.

Te quiere,

Papá

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