De Dilemas y Envidias

La semana pasada tu mamá y yo pasamos por una montaña rusa de emociones: De enterarnos que venía en camino un hermanito a comenzar a prepararnos para este y otros cambios, de estar preparando todo para el cumpleaños de tu mamá y que ese mismo día tuviera quizás el que ha sido el mayor logro en mi trabajo, a enterarnos el viernes que esa nueva vida que venía en camino no había finalmente descendido a este plano.

Afortunadamente, la persona que le dio la noticia a tu mamá fue bastante sutil en su forma de expresarlo.  Eso claramente no disminuye el que sea muy difícil de asimilar, pero al menos supo manejarlo: Le contó que al parecer el bebé venía con algunos problemas que habrían sido difíciles de manejar en el largo plazo, y que en parte esa fue la razón de que el embarazo no prosperara.

Cuando tu mamá me contó lo que le había dicho (Y cuando yo lo informé a otras personas que estaban preocupadas por el hecho), me causó curiosidad que en general el mensaje era que «Dios sabe cómo hace sus cosas», «El tiempo de Dios es perfecto» y así.

Supongo que debe ser verdad, cuando vives fuera del tiempo…

Como sabes a estas alturas, yo no soy particularmente religioso, y aunque para tu madre aquellas frases podían ser reconfortantes, para mí resultaban completamente vacías.  Incluso, te confieso que me dio un poco de envidia de las personas que me decían todas estas cosas…  Debe ser bastante tranquilizante el poder encontrar alivio en una entidad fuera de ti mismo para explicar todo aquello que se sale de tu control.

Incluso, por alguna extraña razón, cuando me hablaban de ello lo que se me venía a la mente era el dilema de Epicuro, que dice que si Dios es bueno, claramente no es todopoderoso; y si es todopoderoso, claramente no es bueno…  De lo contrario, ¿Cómo un ser completamente bueno y completamente poderoso toleraría cosas como la maldad, la injusticia o algo como que una persona tan maravillosa como tu mamá pasara por un momento tan difícil e inmerecido?

Ahora, no voy a decirte que tomes las palabras de Epicuro al pie de la letra: Honestamente, a pesar de no ser creyente, no creo en sus postulaciones.  Primero, porque no creo que el hecho de que «alguien» no esté dispuesto a eliminar el mal, eso lo haga malévolo.  Mi idea de Dios no es la de un ser bueno, ni malo…  De hecho, creo que en esencia es un ser demasiado complejo como para ser fácilmente clasificado en cualquiera de estas categorías.

Sin embargo, para ponerlo más fácil, lo pondré en términos de Dungeons & Dragons, y diré que mi concepto de Dios es «True Neutral»: Un Dios que no toma bandos y que está en perfecto balance entre el bien y el mal, el orden y el caos:

De la misma forma, si bien mi idea de Dios es la de un ser omnipotente, no lo considero un «micromanager».  Esto es, no creo en absoluto que ese Dios me guíe en mi camino, tome decisiones por mí o me vaya a solucionar mis problemas; y por lo tanto no creo que deba pedirle favores, o deseos…  En últimas, considero que es un ser que confía lo suficiente en sus creaturas que está dispuesto a dejarles tomar las riendas de su propia vida.

Y es en ese sentido que mi envidia desaparece…  Si bien no puedo encontrar alivio confiando en algo que está fuera de mí, puedo encontrarlo dándome cuenta que si bien hay cosas que escapan a mi control, está en mí el decidir cómo las tomo y qué hago de ahora en adelante.

Y efectivamente, cuando llegamos a casa al día siguiente -después de todos estos pensamientos trascendentales y de una cantidad de sentimientos encontrados -te vimos, y nos dimos cuenta que, sin importar lo que haya pasado, tú sigues estando aquí; que sigues siendo nuestro hijo y que todo ese cariño que se quedó en el aire, lo vamos a volcar sobre ti.

Te quiere,

Papá